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«Soy tierra que camina» – seguramente has escuchado esta frase anteriormente. ¿Pero qué significa eso para ti? ¿Suena muy bonito, pero te has puesto a reflexionar que significa realmente?

Sino, tómate un tiempo ahora, antes de seguir leyendo, cierra los ojos, relaja el cuerpo, respira y explora la posibilidad de sentirte tierra que camina y simplemente quédate abierta/o para lo que se te va a revelar…

Puedes dejar un comentario si quieres compartir tu experiencia.

Bueno, volviendo al tema, nosotros, y en especial las mujeres, somos tierra, esto dicen mucho en las culturas indígenas. Primero hay que entender que no somos solamente cuerpo físico, que tenemos también otros cuerpos, que no solo vivimos en esta realidad o en esta dimensión, sino que también al mismo tiempo estamos presentes en otras realidades y dimensiones justamente con estos otros cuerpos no visibles para el ojo físico.

Entonces en esas dimensiones donde somos simplemente seres, una energía, una vibración, se lo puede nombrar de varias maneras, en este nivel somos lo mismo, somos lo mismo que la tierra, somos un ser de energía o como tú lo quieres llamar. Pero en ese nivel somos lo mismo.

La tierra en un principio es un gran ser

Pero para el indígena la tierra no solo es la tierra, el suelo, sino que es mucho más que eso.

La palabra PACHAMAMA que se traduce como tierra, es mucho más, es cada planta que crece sobre ella, es el insecto que vuela por el aire, el viento que acaricia tu rostro viniendo de la montaña que desde ahí arriba cumple como guardiana y el río que baja desde ella trayéndonos esa agua de vida saltando por las rocas y piedras – todo eso, todo es tierra.

La tierra se manifiesta en las más diversas formas y nosotros somos una parte de todo eso, en forma de cuerpo humano caminando sobre ella, con ella.

Soy tierra que camina, esta frase para mí empezó a hacer mucho más sentido desde que vivo en Janajpacha, escuchando las palabras de Chamalú y sobre todo cada día experimentando sus enseñanzas en la práctica.

Aquí empecé a entender, a sentirme tierra, a sentirme una con ella, a veces en meditación, a veces durante el trabajo en el campo, teniendo mis pies descalzos sumergidos en la tierra suelta y húmeda preparando el campo para la siembra, a veces oliendo una flor o trabajando con mis amigas las abejas, o en una caminata descalza… hay tantas formas.

Yo en trabajo en el campo.

Janajpacha se ha construido con ese propósito que nos ayuda más a sentir todo esto aumentando esa conexión, intensificando sentires y sensaciones, intensificando experiencias, porque aquí la naturaleza no solo es naturaleza, es Pachamama, es todo.

Y en lugares como estos, con centros sagrados para meditar es donde están más presentes todos estos seres que no podemos ver pero que son una gran parte de la Pachamama y deberían estar mucho más presentes en nuestra vida porque como mencioné antes, también somos invisibles y necesitamos nutrir esa parte nuestra.


¿Y qué tiene que ver todo esto con la mujer?

La mujer lleva la energía creadora adentro, es cíclica como la naturaleza y puede conectarse a través de su útero con la tierra, no solo porque la mujer puede crear vida tal como la pachamama constantemente está creando vida, sino también que la mujer lleva esa energía creadora en todos los otros sentidos, armoniza lugares a través de ponerles color, ponerles flores, ponerles decoraciones y detalles, el don de convertir cualquier lugar en un hogar. La mujer tiene esa sutileza en su cuerpo, en sus movimientos.

Las mujeres somos más parecidas a la tierra en muchos sentidos.

Después de esa introducción, si quieres seguir leyendo quédate atenta al próximo artículo de blog con la parte 2 de «La Mujer y la Tierra».

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Por Astrid

Coordinadora general de Janajpacha.
Encargada de la agricultura sagrada orgánica.
Traductora.

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