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Pachamama se traduce como Madre Tierra, en realidad Pacha es mucho más que la tierra, es todo el universo y más pero nos referimos muchas veces con Pachamama a “nuestra Madre Tierra”.

Pero ¿Por qué se dice madre?, para responder esa pregunta primero deberíamos preguntarnos: ¿Qué es una madre?

Es quien nos da vida, quien nos nutre, quien nos acoge cuando necesitamos, quien nos enseña cosas como la belleza natural, los desafíos, tal como disfrutar del aroma de las flores o del canto de los pájaros, nos enseña ser fuerte pero dentro de una sutileza y armonía, nos muestra el camino para tomar – todo esto son cosas que una madre hace para sus hijas e hijos y además, como si no fuera nada, en ella se gesta la vida, toda la vida en este planeta.

Para nosotros estas son suficientes razones para llamarla “nuestra madre” a la tierra .

Ella simboliza la energía creadora, todo el tiempo está creciendo el mundo vegetal, siempre hay alguna semilla renaciendo.

La tierra está creando todo el tiempo nueva vida, belleza y armonía.

Entre los humanos, las mujeres somos las que llevamos esa energía creadora dentro de nosotras.

Con nuestro centro energético localizado en el útero que representa esa energía de crear. Pero no se trata solamente de reproducirse.

La capacidad de dar luz a un ser vivo es una parte de la energía creadora pero no es todo.

Las mujeres tenemos en nuestra naturaleza el poder de la creación que muchas veces se traduce en crear belleza, armonizar los espacios donde estamos, así como en crear nuevas cosas, crear proyectos, todo eso entra en la energía creadora.

La Pachamama nos da el ejemplo con sus paisajes hermosos, las flores de una belleza impresionante y los ríos, lagos y la mar que se forman de millones de gotas de agua para crear algo mucho más grande, la diversidad de su flora y fauna nos demuestra que se puede crear de las más distintas formas.

Las mujeres también tenemos esa capacidad y por eso somos tan similares a la Madre Tierra.

Podemos embellecer con facilidad cualquier lugar poniendo una u otra decoración, haciendo arreglos de flores, convirtiéndonos a nosotras mismas en una flor que camina.

No se trata solamente del aspecto físico, mucho más importante es también la vibración. Podemos crear de una casa un hogar, de un conjunto de personas, una familia y mucho más. Es esa combinación de crear algo con belleza y armonía.

La semilla simboliza el ciclo de la vida

También las mujeres fueron las primeras que se conectaron con la agricultura y en especial con las semillas, que son la representación ejemplar del ciclo natural de vida y están llenas de esa energía creadora, sólo hay que pensar en cómo de una semilla muy pequeña puede crecer una planta grande como un árbol o una hortaliza que nos alimenta.

En la mayoría de las culturas indígenas las mujeres son las guardianas de las semillas, las que recogen las semillas de las plantas maduras y las guardan para la próxima siembra, les cantan y les cuidan o también las mujeres son las que se juntan para moler las semillas en sus piedras para elaborar de ellas un pan rico u otro alimento para todos.

Esas tradiciones se observan en las tribus que las mujeres siempre hacen juntas, se reúnen, son los círculos de mujeres ancestrales que surgen de manera natural. Y en la siembra, aunque el hombre prepare el campo, son las mujeres las que ponen la semilla en la tierra.

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La ofrenda es un símbolo de reciprocidad

Como siempre subrayamos en nuestra filosofía Iveshama, con tanto que la Madre Tierra nos entrega, es importante mantener el equilibrio en el dar y recibir, la reciprocidad que nosotros le mostremos a ella es fundamental para poder establecer una conexión profunda con la Pachamama.

Esta reciprocidad podemos mostrar a través de varias maneras, una de ellas y la más poderosa es la ofrenda.

Se puede ofrendar muchas cosas, comida, frutas, semillas, también objetos o incluso cantos y danzas.

La conexión profunda de la mujer con la tierra

La mujer también tiene el privilegio de poder ofrendar a la tierra su sangre menstrual, la que nosotros llamamos Luna Personal, la única sangre que se puede obtener sin violencia.

Cada mujer que se siente conectada con la Pachamama debería ofrendar su Luna a ella en el segundo día del ciclo.

Es una forma de reciprocidad, es parte del dar y recibir, y la ofrenda más personal que le puedes dar a la Tierra. Para solamente usar la sangre como ofrenda cada mes, puedes establecer un ritual personal del cual la forma de cómo lo haces es bien intuitiva.

Puedes usar inciensos, instrumentos musicales, canto danza, puedes crear un círculo personal con piedras en una parte de la naturaleza donde nadie lo puede destruir o puedes cada vez crear un círculo invisible, determinando que ese sea el lugar de tu ritual, previamente pidiendo permiso a los guardianes e invisibles que habitan ese lugar.

  1. Para el ritual ingresas a este círculo, haces lo que sientes intuitivamente.
  2. La forma de ofrendar la sangre puede ser excavando un pequeño hueco en la tierra, entregando la sangre a ella y tapándola con tierra.
  3. Al final del ritual sales del círculo y lo cierras o deshaces.
  4. Si haces esa práctica cada mes, vas a ver como tu conexión con la Pachamama se vuelve mucho más profunda.

La ofrenda ritual para sanar

Si quieres usar tu sangre para sanar una planta o fortalecerla, puedes mezclarla al agua con la que riegas la planta.

La sangre menstrual tiene mucho poder energético para las plantas a las que se la ofrenda de manera consciente con reverencia y agradecimiento.

Si es un árbol grande puedes también ofrendar tu luna enterrandola como cuando haces tu ritual de luna cerca del árbol, no directamente en la raíz pero dentro del área que abarca su copa.

Lo que tienes que tener en cuenta para eso es que solamente sirve cuando la mujer que tiene la luna está muy bien, energética– y emocionalmente, es muy importante cuando uno hace la ofrenda con el objetivo de fortalecer y nutrir.

La importancia de la reverencia

Tomando todo esto en cuenta, tomamos consciencia de lo sagrado que es la madre tierra y de lo sagrado que debe ser nuestra relación con ella.

Eso se refleja en la reverencia que adoptamos como actitud prevalente siempre cuando interactuamos con la Pachamama; no sólo en rituales, sino en cada momento de nuestra vida diaria, actuando con reverencia hacia la Madre Tierra.

Ella está en nosotras y nosotras estamos en ella.

Si agredimos a una de las dos, agredimos a la otra también.

Recordar esto siempre, nos lleva a una vida más conectada con nuestra Madre Tierra.

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Por Astrid

Encargada de la agricultura sagrada orgánica.
Traductora.

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