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Hoy queremos hablarles de los árboles, seres majestuosos, místicos, ancestrales. Así es como los vemos nosotros, como maestros silenciosos que nos cuidan y guían, que nos dan refugio, no solo de la lluvia o del sol fuerte sino también un refugio para nuestra alma, más que un lugar o un objeto, son un amigo, un hermano quien nos da consejos y nos escucha. Un árbol es tanto más que una planta.

Chamalú nos cuenta en su libro “El Hijo de la Tierra” de un encuentro mágico con “Los árboles gigantes del Sequoya Park” (p.99) en uno de sus viajes.

Tenemos que volver a ver los árboles como nuestros antepasados los vieron, tratarlos con la reverencia debida y agradecerles cada día por existir. La mayoría de los humanos no sabemos de lo que es capaz un árbol milenario, ya lo hemos olvidado.

https://www.instagram.com/reel/CsCqndjNZfO/

Beneficios para nuestra salud

Cuando se vive en la ciudad, sabemos cuánto nos calma ese fin de semana en que escogemos un lugar tranquilo, lejos de la ciudad; un lugar lleno de verde. Ahora existen algunos nombres, para identificar la inmersión en la Naturaleza, en la Pacha Mama, como por ejemplo, baño de bosque. Nuestros ancestros realizaban sus establecimientos nómades en función a los ríos, los árboles, el viento, el sol… Esto está grabado en nuestra genética. Además, el color verde nos da una sensación de paz, tranquilidad, armonía, serenidad. Solo basta con caminar conscientes dentro de un bosque o un lugar con muchos árboles, con respiración profunda para disfrutar de éstos beneficios tan equilibradores para nuestra salud.
                     

 por Lucía Andino, coordinadora Jampiwasi 
– casa de salud en Janajpacha

¿Cómo puedo entonces establecer esta conexión profunda con los árboles?

El primer requisito es la reverencia

Estar consciente de que se trata de seres vivos, algo más que sólo darnos sombra y purificar el aire, estar consciente de que si lastimamos a un árbol lastimamos a nosotros mismos.

Entender que un árbol antiguo debe ser intocable y respetado, que no es lo mismo cuando las personas dicen “voy a cortar este árbol porque aquí quiero construir un camino y para compensar voy a plantar 3 nuevos arbolitos más allá”, porque tres arbolitos pequeños nunca podrán reemplazar a un árbol que tiene décadas o incluso centenares de años.

No se trata tampoco únicamente de su apariencia física sino también de su espíritu invisible.

En el mundo indígena ancestral los árboles son nuestros maestros.

Chamalú escribió en su libro “El Hijo de la Tierra” un hermoso capítulo sobre este tema que se llama “Me dijo: Soy discípulo de un árbol” (p. 181).

En segundo lugar viene la reciprocidad

Que se muestra cuidando el árbol como planta, darle agua, nutrientes y protegerlo.

No podemos reverenciar a un árbol mientras se está secando por falta de agua o se le está lastimando sus ramas, raíces, el tronco, etc.

Tampoco él se va a abrir mucho a nosotros si le cuidamos bien a él pero hay otras plantas cerca que están descuidadas.

El mundo de las plantas, y los árboles en específico, se comunican entre ellos.

Un árbol al lado de tu casa, sabe cómo están los árboles en el bosque de la montaña cercana, sabe cuando les pasa algo, le afecta ver que lastiman o talan a otros árboles cercanos.

Por eso, nosotros aqui en Janajpacha no cortamos ni podamos los árboles.

En algunos caminos nos tenemos que agachar para poder pasar bajo una rama o incluso desviamos el camino si es posible, en vez de cortar la rama para dar paso.

Queremos que aquí la naturaleza y todo lo que implica, sabe que tiene un espacio seguro, un refugio, donde puede desarrollar todo su potencial sin ser maltratados en ningún momento. Dar agua a las plantas y árboles para nosotros es un acto de reciprocidad.

En tercer lugar podemos hablarle al árbol

Comunicarnos con él.

Podemos hacer varias prácticas para aumentar nuestra conexión a nivel espiritual con los árboles, o con un árbol en específico, el cual se convierte en nuestro árbol guardián.

Lo más básico es – y esto no es solamente una moda de la época hippie – abrazar a los árboles.

Obviamente debe ser un acto consciente, sentir que desde nuestro corazón nos conectamos con lo profundo del árbol, o incluso reposar nuestra frente en el tronco del árbol.

Primero habrá que pedir permiso, presentarse y sentir intuitivamente qué es lo que en este momento hay que hacer. A veces puede ser solamente acostarse debajo del árbol y contemplar su copa, sus ramas y hojas.

Otras veces podemos sentarnos al pie de su tronco, recostar la columna vertebral en el tronco y meditar un rato así conectando columna con columna.

Podemos hacerle preguntas, podemos contarle cómo estamos, lo que nos pasa, podemos llorar, pero también podemos cantarle, tocarle música, danzar o leer bajo su sombra, conscientes que estamos en compañía de un buen amigo.

Algunos árboles se alimentan con estas cosas y lo necesitan para poder hacer lo que tienen que hacer en otro nivel.

Por eso es tan importante que sentimos intuitivamente qué hacer y qué no hacer.

las ofrendas y el agradecimiento

Y esto nos lleva al último punto, las ofrendas y el agradecimiento.

El idioma con el que nosotros podemos comunicarnos con el mundo invisible mágico es a través del ritual, la ceremonia y las ofrendas, que expresan nuestro agradecimiento a la Pachamama.

En el caso de los árboles podemos trabajar mucho con pequeños rituales personales, llevarle una ofrenda al árbol que puede ser frutas, semillas, alguna comida que a tí te gusta mucho, flores, etc.

Es bien intuitivo todo el asunto. Si se lleva comidas, se puede dejar un día y al día siguiente temprano al amanecer enterrar cerca.

Además, como hemos hablado antes, para el mundo invisible un canto, una danza, tocar música todo esto con intención de así mostrarle el agradecimiento al árbol y que sea un regalo para él, cuenta también como ofrenda, porque se nutre con estas cosas, es como un alimento para el árbol. 

Con todo esto en mente, podemos cambiar completamente la manera con la que miramos a los árboles, a cualquier árbol al que pasamos en el camino al trabajo, a este árbol que vemos desde nuestra ventana de casa, a todos los árboles cuando caminamos por un bosque.

¿Qué tal si le saludas al árbol por el que pasas en la calle como si fuera otro humano?

De manera silenciosa obviamente, para que no termines en el manicomio, pero los árboles escuchan las palabras sin sonido. Y vas a ver como se cambia una caminata al trabajo, antes sin sentido, en una caminata consciente y bien acompañada.

¿Cómo curar un árbol herido?

Para cortes en la corteza, después de la poda de ramas (también en frutales), o cualquier herida abierta en un árbol.

Materiales: se puede usar cera de abeja o tierra arcillosa

Preparar el árbol: Primero conviene limpiar la superficie cortada con una escobita o parecido, por si acaso está sucio. Cuando tienes un corte claro no hay que hacer nada más antes de aplicar la masa. Si se cae una rama con el viento, por ejemplo, siempre hay una parte quebrada que no es una superficie plana y lisa. Hay que cortar lo que quedó de la rama quebrada para obtener un corte limpio y sin irregularidades. Es ahí donde entran más hongos, bacterias, etc. que pueden debilitar al árbol. Es mejor hacer el tratamiento lo más antes posible.

Cera de Abeja:

  1. Derretir la cera pero sólo hasta tal punto que se obtiene una masa moldeable con la mano. 
  2. Aplicar al árbol en la parte lastimada para cubrir por completo todas las partes de corte abierto.
  3. La cera de abeja tiene un efecto muy positivo a la cicatrización además de tener efectos antibacteriales. Así el árbol puede curar más rápido y perder menos energía por donde está el corte.

Tierra arcillosa

  1. Si recogiste la tierra de la naturaleza, hay que tostar la tierra sobre fuego para desinfectarla.
  2. Mezclarla con agua hervida (desinfectada) para obtener una pasta espesa que no se cae al aplicar.
  3. Aplicar a la parte cortada del árbol cubriendo toda la superficie herida para impedir que se mete humedad ni microorganismos. Conocemos los efectos curativos de la arcilla para el humano y es lo mismo para los árboles.

El árbol te lo va a agradecer.

Continua para el próximo articulo:

MUJERES Y CREACIÓN

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