Skip to main content
search
0

por Amber Renee Cummings

(Below the English version.)

Puse mi mano en el aire, pidiendo la palabra:

– Tengo que confesar que estoy luchando con la palabra `guerrera.´Lo verdad es que he tenido que ser una guerrera en estos años, pero ya me siento muy cansada. No quiero luchar más, no quiero guerra. Quiero paz y armonía. Quiero poder fluir con la vida.

Me sentí sorprendida al descubrir que mi voz se atoraba en mi garganta y lágrimas corrían por mis mejillas.

Fue la primera mañana de 4 días transformadores en el super taller: El Despertar de la Guerrera.

¿Cómo puede ser que asistía a un taller cuando no me gustó ni el nombre?

Estaba preguntándome la misma cosa esta mañana. En algún momento meses atrás, planificando mi viaje, había encontrado la página web de Janajpacha. La idea de ir a una Comunidad Chamanica en Bolivia se pegó en mi mente.

Estaba planificando un viaje épico porque mi vida había caído. Me encontraba sin trabajo y sin casa en México y pensé: esto es un desastre, pero hay una oportunidad aquí. Voy a salir a viajar, buscando soltar, buscando sanar, buscando recuperar, buscando nuevas ideas, buscando un super reset para hacer un nuevo comienzo cuando vuelva.

Janajpacha no me salió de la mente, me perseguía en el aire. Una LLAMADA. Mis fechas coincidieron con las del taller y pensé: Pues está destinado.

Tuvimos actividades de 6 de la mañana hasta las 10 de la noche – fue más magia que las hojas que tengo para contarte. Pero me enfermé, un resfriado después de semanas viajando. No pude participar en algunas actividades porque estaba en la cama. Una purga, una limpieza desde el nivel corporal.

Un toque en mi puerta. Milagros con té caliente, una canasta de fruta, remedios naturales para mi resfriado. Tengo 40 años.

¿Cuándo fue la última vez que alguien me trajo algo, que alguien me cuidó a mí? No pude recordar.

En la Wanza, bailé de manera ceremonial, mirando a una mujer a los ojos. ¿Cuándo fue la última vez que alguien me miró con tanto amor? Ella fue la criatura más bella que he visto en mi vida, su alma brillando desde sus ojos. Mi pecho se llenó de amor puro, girando y sonriendo con la música, con las otras mujeres.

COMUNIDAD. Así es como se siente tener una tribu. Hemos olvidado la tribu en la vida cotidiana moderna. Ya que lo estoy experimentando te cuento que es WOW.

¡La naturaleza aquí, mis pies descalzos! Un baño desnuda en el jardín, tirada en el césped, tomando rayos del sol. Eso es lo que sana un alma, lo que repone los recursos internos.

El círculo de fuego, yo con mi vela personal. Siento que durante años de tanta lucha, se había apagado mi chispa. ¡Creo que fue exactamente lo que estaba buscando con este viaje! ¿Dónde se fue mi chispa? Encendí mi vela con el fuego ceremonial y sentí que mi chispa, mi fuego personal también se encendió. Bailábamos con nuestro fuego. Cantábamos con nuestro fuego. Cuidábamos nuestro fuego como mujer guerrera.

Mis pies descalzos paso a paso en el laberinto, mientras mi cabeza repasaba mi vida. Las cosas que he sobrevivido, la magia que he recibido. Miré hacia el cielo azul y sabía que iba a estar bien. Que ya con mi fuego encendido, soy mujer guerrera invencible capaz de surfear las olas de la vida con elegancia.

En la meditación vi un fuego gigante, y un dragón rojo me ayudó a alimentarlo. Como con la leña, tiré todo lo que ya no necesito. ¡Un fuego gigante! Luego, tirada en la tierra en un círculo sagrado, pelo mezclado con las rocas, mi mantra fue: lo suelto, lo dejo morir. Y así fue, dejaba cosas importantes a morir. Ya no necesito seguir reviviendo el dolor del pasado. Tengo paz en mi corazón.

Aprendí cosas Chamánicas como la energía de las cuatro direcciones y cómo trabajar con ellas. Aprendí cosas prácticas como sembrar semillas. Aprendí cosas sensitivas como hacer joyas preciosas. Y lo más importante de lo que aprendí fue eso: desaprender mi propia definición de guerrera.

Adopté la definición de guerrera de Chamalu, fundador de la comunidad y maestro de sabiduría Iveshama. La guerrera que desperté es una quien tiene una espada de amor y un escudo de humor. Ella es poderosa (fuego!) y sensible (agua). Puede bailar con la incertidumbre, imperturbable contra los desafíos de la vida.

Por fin pude reconocer a esta mujer majestuosa guerrera en mí, ella quien se ha ido formando durante mis luchas. Pero yo la había estado rechazando, diciendo no a mi propia guerrera.

En este encuentro, recuperé una parte de mí ser. Que por fin abrí mis brazos e invité a mi guerrera a tomar su lugar de honor. Cuando ella se sentó en el trono de mi vida se encendió mi chispa y yo comencé a brillar de vuelta.

My experience: Awakening the Warrior Woman

I put my hand in the air, asking to speak.

“I have to confess that I’m struggling with the word “warrior.” The truth is that I’ve had to be a fighter in the past few years, but I feel so tired now. I don’t want to fight anymore, I don’t want to be a warrior, I don’t want war. I want peace and harmony. I want to be able to flow with life.”

I was surprised to discover that my voice had caught in my throat and I had tears rolling down my cheeks.

That was the first morning of 4 transformational days in the super workshop: Awakening the Warrior Woman.

How is it possible that I attended a workshop when I didn’t even like the name?

That morningI sat asking myself that same thing! I can’t even remember how I managed to stumble upon the Janajpacha website but once I knew about the Shamanic community in Bolivia, I couldn’t forget it.

I was planning an epic trip because my life had fallen apart. I’d found myself jobless and homeless in Mexico and I thought: welp, this is a disaster but there’s an opportunity here. I’m taking a trip with intention: seeking release, seeking healing, seeking recovery, seeking new ideas, seeking a super reset so that I can do life different when I return.

Janajpacha kept running through my mind, swirling in the air. It was a CALL. My dates just so happened to align with the workshop and I figured: it must be destiny.

We had activities from 6am to 10pm – more magic than I have pages. But I got sick, a cold after weeks of travel. I couldn’t participate in some of the activities because I was in bed. A purge, a physical cleanse.

There was a knock on my door. Milagros with hot tea, a basket full of fruit, natural remedies for my cold. I’m 40 years old.

When was the last time someone took care of me? I couldn’t remember.

In the Wanza, ceremonial dance, I looked deep into the eyes of another woman. When was the last time someone looked at me with this much love? She is the most beautiful creature I’ve ever seen, her beautiful soul sparkling in her eyes. My chest filled with pure love, spinning and smiling with the music, with the other women.

COMMUNITY. This is how it feels to have a tribe. We’ve forgotten tribes in our modern life. Now I’m here experiencing it and… it’s WOW.

The nature here, my bare feet in the dirt! A naked bath in the garden, laying in the grass, soaking up sun rays. This is what heals a soul, what replenishes our internal resources.

The fire circle, holding my personal candle to my heart. After so many years of fighting, my spark had gone out. Where did my spark go? This is exactly what I was seeking when I embarked on this trip! I lit my personal candle in the ceremonial fire and I felt my spark, my own personal fire ignite. We danced with our fire. We sang with our fire. We cared for our fire like warrior women.

In the meditation a giant red dragon helped me build a giant fire. Everything that no longer serves me became my firewood; I threw it in and my fire blazed! Later, laying in the dirt in a sacred rock circle, my hair mixed with pebbles, my mantra was: I let it go. I let it die. And so it was: I let important things burn and die. I no longer need to keep reliving past pain. I have new peace in my heart.

We had Shamanic lessons like how to work with the energy of the 4 cardinal directions. We had practical lessons to learn things like how to sow seeds. We had intuitive lessons to learn things like how to make sacred jewelry. But the most important thing I learned was this: to UNlearn muy own definition of warrior.

Now I’ve adopted Chamalu’s definition of warrior woman; he’s the founder of the Janajpacha community and teacher of Iveshama ancestral wisdom. The warrior I awoke within me has a sword of love and a shield of humor. She’s powerful (fire) and sensitive (water). She can dance with uncertainty, unshakeable in the face of life’s challenges.

Finally I can recognize this warrior woman within me, she who has been molded through my fights, my life struggles. But I’d been rejecting her, saying no because I didn’t think I wanted this beautiful warrior.

In this workshop, I recovered a part of my self. I finally opened my arms and invited my warrior to take her seat of honor. When she sat on the throne of my life, that’s when my spark ignited and I began to shine again.

Thank you, Janajpacha. It was an unforgettable experience!

– Amber

@ambermakesmagic

Deja un comentario